ALGO MAS QUE DISCO

El sueño hippie de los setenta había acabado y, en su lugar apareció la música disco.
Pero el disco va mucho más allá de ser un estilo musical. Fue algo más, un fenómeno social que marcó pautas en la manera de ver la música y no un ritmo.
La música dance nace gracias a la evolución del sonido negro americano el Rhythm & Blues y el Soul. Uno de los artistas que contribuyó al desarrollo del dance fue sin duda James Brown. Películas como "Fiebre del Sábado noche" o "Por fin es Viernes" nos mostraron por primera vez una discoteca o una cabina de disc-jockey. A finales de los años 70 la Psicodelia y el Funky se adueñaron de las pistas de baile.

Las discotecas nacieron en el París ocupado durante la II Guerra Mundial. Los nazis prohibieron los clubs de jazz y de baile, de modo que la gente iba a locales ilegales a escuchar y bailar música grabada. Uno de esos clubs ilegales, situado en la Rue Hachette, se llamaba “La discothèque”. Más tarde Paul Pacine abrió el club “Whiskey a Go-Go”, donde la gente bailaba discos pinchados por disc-jockeys. Estos clubs fueron evolucionando y extendiéndose por toda Europa en los años siguientes. Pacine abrió en 1960 el club Chez Régine, donde acudía toda la “gente guapa” de la ciudad y la “jet-set” de otros lugares del mundo. Entre ellos también había norteamericanos, quienes, inspirados en el club parisino, abrieron en Nueva York “Le Club”. Este club no duró mucho, porque enseguida hubo otro que se puso más de moda: el “Peppermint Lounge”.


Los gays, las divas y la música disco.
No se puede decir que la música disco fuera un fenómeno estrictamente gay (y por tanto vedado a las mujeres, que tenían prohibida la entrada en muchos clubs), pero hay muchos gays famosos en esta escena musical, como Sylvester, Giorgio Moroder y Patrick Cowley.
La música disco supone también el surgimiento de las “disco divas”, grandes cantantes de soul, funk o R&B, que trabajaban codo a codo con los productores grabando impresionantes partes vocales. Algunas de las más grandes son Loleatta Holloway, Taana Gardner, Gwen Guthrie, Aretha Franklin, o Gloria Gaynor. Podemos encontrar sus partes vocales en grabaciones bajo títulos como Double Exposure, Inner Life, Musique, etc. Estas vocalistas sobrevivieron a la era disco y algunas de ellas siguen trabajando con productores de house, acid jazz, etc. Sin embargo, una vez más, encontramos a pocas mujeres en el terreno de la producción musical, que sería el ámbito de mayor poder.
Los 70 también vieron florecer el fenómeno del “gay clubbing”, que se convirtió casi en una religión, en un estilo de vida para muchos gays de grandes ciudades norteamericanas. La imagen “camp” y “glam” que el “gay-clubbing” imprimió a la música disco, hizo que a mediados de los años 70 se percibiera como la música de negros, gays y mujeres de clase obrera. Precisamente esos sectores no estaban representados entre la elitista clase de críticos de rock, que rechazaron de entrada este estilo tachándolo de poco serio.
Negros, gays e hispanos de clase baja, dejaban a un lado las diferencias y se fundían en la pista de baile, sudorosos y felices, todos eran iguales bajo los focos de la discoteca por que el propio género nació de la mezcla de estilos, de la improbable combinación de mil y un géneros musicales que realizaban los pinchadiscos (mas adelante llamados djs) cada noche en sus cabinas.
Algunos hacen coincidir el nacimiento de la era disco music con la grabación del "Rock Your Baby" de George McRae. Aquel single supuso la presentación en sociedad de las ideas de dos productores de Miami, "HW Casey y Richard Finch, que, con solo trescientos dólares, grabaron la que fue la canción del verano de 1973.
Otros tomaron nota y se pusieron manos a la obra, en 1974 el productor "Meco Monardo" contrató a la entonces desconocida "Gloria Gaynor" para grabar un par de temas, "honey Bee! Y "Never Can Say Goodbye". No era más que una de las muchas sesiones que se dieron en los estudios de Media Sound Studios de Nueva York.

Pero cuando llegó el momento de hacer la mezcla, Monardo tomó una decisión revolucionaria: en lugar de dejar la sección rítmica como acompañamiento, la practica más habitual en aquella época, subió los canales del bajo y la batería y los colocó en primer plano, para así dejar atrás la orquesta y la voz de la cantante. El resultado fue sorprendente: había nacido el primer hit de la era disco.
“Sólo cuando la ocasión lo requería, es decir, cuando el tema era ya un éxito, se podían reclutar unas caras bonitas o unos cuerpos atractivos, esbeltos y/o musculazos para que prestaran su imagen al producto. Tal fue el caso de Boney M: Liz, Marcia, Maite y Bobby no eran más que el rostro público de las creaciones del alemán Frank Farian. Símbolo del éxito (ciento cincuenta millones de copias vendidas en todo el mundo de hits como “Rasputin” o “Daddy Cool”), Farian se convirtió en el ejemplo a imitar. El francés Jacques Morali contraataco con Village People, un sexteto (se disfrazaban de camioneros, policías, sioux y demás iconografía kitsch), que pretendió ejemplificar el joie de vivre del colectivo gay.

A través de los años se ha ido reduciendo injustamente la historia de la música disco a un simple fenómeno social y un listado de canciones que, más o menos, marcaban la memoria colectiva. No ha sido hasta muy recientemente cuando se ha aplicado un nuevo enfoque que revaloriza el fenómeno a través de las aportaciones del genero a la cultura musical actual, con versiones y remezclas de la figura del DJ, verdadero motor para que rememoremos viejos temas.
Fueron estos pioneros los que inventaron, prácticamente de la nada, tomando elementos de la música negra pero sin pensar en el pasado, una cultura, la música de baile, que mas o menos son transformaciones que han perdurado hasta nuestros días y siguen estando tan vivas como el primer día.
También hubo una reacción de intolerancia machista y racista en Gran Bretaña y EEUU llamada “Disco sucks” (el disco apesta). Era una campaña en contra de la liberación gay y el orgullo negro. Los pro-hombres del rock reclamaban su blanca hegemonía, que, por primera vez, veían en peligro.

En la publicación inglesa “The Young Nationalists”, se advertía a sus lectores de la necesidad de luchar contra este estilo de música y su “pseudo-filosofía”, a no ser que se quisiera que las calles de Gran Bretaña se llenaran de “negros y maricones”.
En 1979 (un año antes del cierre de Studio 54), se celebró en Chicago la “Disco demolition night”, en el que cientos de fans del rock quemaron vinilos al grito de “disco sucks!”.

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