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LOS INICIOS

1910 - 1930

En la década de 1910, los futuristas italianos, liderados por el compositor Luigi Russolo, concibieron una música creada con ruidos y cajas de música electrónicas. Fue entonces cuando aparecieron los primeros instrumentos musicales electrónicos comerciales. No obstante, ciertos compositores visionarios, como Alexander Skriabin o Henry Cowell, habían soñado una música creada solamente por medios electrónicos, aunque este tipo de música no fue un hecho real hasta el desarrollo de la tecnología de la grabación de sonidos durante la II Guerra Mundial.
El theremin (theremin, théremin o théreminvox), llamado en su versión primitiva aetherophone (eterófono), es uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos, y el primer sintetizador de la Historia, inventado en 1919 por el físico ruso Lev Serguéievich Termen.
El compositor e ingeniero francés Maurice Martenot presentó en 1928 un instrumento electrónico llamado onda Martenot, consistente en un generador de bajas frecuencias manejado con un teclado de piano. En las décadas de 1940 y 1950, nacieron varios estudios de grabación asociados a los nombres de figuras destacadas, cuyos objetivos eran específicamente artísticos.

1940-1950

En Francia, el ingeniero de sonido y compositor Pierre Schaeffer fundó el estudio de Radio Francia (RTF) en París, compuesto por varias grabadoras, micrófonos y equipos para la edición de cintas. Las principales técnicas utilizadas para crear música consistían en cortar, pegar, empalmar o recorrer hacia atrás distintos fragmentos de la cinta grabada. Estas técnicas de manipulación de las cintas dieron lugar a un nuevo tipo de montaje de sonido, elaborado con mucho esfuerzo a partir de las grabaciones provenientes del mundo real. Schaeffer calificó los resultados como música concreta, un término que aún se sigue utilizando ampliamente, sobre todo en Francia.
Su primer experimento en este nuevo género utilizaba sonidos de grabaciones de trenes. Todas sus obras de esa época eran breves estudios sobre sonidos y tienen títulos evocadores como la Symphonie pour un homme seul (1950), compuesta en colaboración con su colega (más joven que él) Pierre Henry. Los experimentos prácticos de Schaeffer en la composición de música electrónica se basaban en algunos escritos teóricos sobre el tema que influyeron en él. El estudio de Henry y Schaeffer atrajo a diversos compositores, entre los cuales destacaba Pierre Boulez.

A finales de la década de 1940, Werner Meyer-Eppler, físico y director del Instituto de Fonética de la Universidad de Bonn, presentó por vez primera el Vocoder, un dispositivo que conseguía sintetizar la voz humana. Su trabajo teórico influyó en los compositores relacionados con el estudio de la Radio de Alemania Occidental en Colonia (fundada en 1953), y cuyo interés giraba en torno a la síntesis electrónica de los sonidos mediante generadores de sonido y otros aparatos. El primer director del estudio de Colonia, Herbert Eimert, ejerció una gran influencia por su forma de utilizar el serialismo total (véase Sistema dodecafónico) como base para la construcción de obras electrónicas. Según este método, todos los aspectos de la música, incluidos el tono, el ritmo y el volumen relativo, quedaban bajo el control de unos principios definidos numéricamente. Los sonidos y aparatos electrónicos brindaban la precisión y el control necesarios para la realización de este concepto. Compositores como Bruno Maderna y Karlheinz Stockhausen elaboraron piezas electrónicas cortas, llamadas síntesis aditiva (véase la sección de síntesis del sonido más adelante). Estas obras se componían enteramente a partir de sonidos electrónicos.


Años sesenta

Actuación en directo utilizando diversos instrumentos electrónicos Aunque la música electrónica comenzó dentro del ámbito de la música académica (mal llamada «música clásica»), en pocos años fue adoptada en la cultura popular.
En el Taller Radiofónico (unidad de efectos especiales de sonido de la BBC), Ron Grainer y Delia Derbyshire crearon en 1963 una de las primeras melodías electrónicas: el tema musical de la serie de televisión Doctor Who (1963-1989).
A finales de los años cincuenta, el trombonista Paul Tannen y el inventor amateur Bob Whitsell habían producido el electroteremín, un instrumento que imitaba el timbre del teremín (instrumento extraordinariamente difícil de tocar, ya que no utilizaba un teclado para generar los tonos) pero con un mecanismo de control más sencillo de usar. Tanner tocó su instrumento en varias bandas de sonido para cine y televisión, y en un LP llamado Music from Outer Space (música del espacio exterior). También tocó tres temas en el disco Good Vibrations de The Beach Boys (1966).
La compositora y clavecinista Wendy Carlos (en esa época llamada Walter Carlos) popularizó el uso del sintetizador con dos notables álbumes: Bach enchufado (1968) y El sintetizador bien temperado (1969), que tomaba piezas reconocidas de la música barroca y las reproducía con el recién inventado sintetizador Moog. El Moog era monofónico (o sea que generaba sólo una nota a la vez: no podía producir acordes) por lo que para producir obras polifónicas tal como las que grabó Carlos, se requirieron muchísimas horas de grabación en estudio.

Se conoce la anécdota de que los amateurs que oían el disco, creían que el sintetizador Moog permitía grabar una línea melódica con un timbre y luego grabar otra melodía con otro timbre, adicionándola a los timbres anteriores (un principio que luego utilizaría el secuenciador).
En 1966 Pierre Schaeffer fundó Groupe de Recherches Musicales (Grupo de Investigación Musical) para el estudio y la investigación de la música electrónica.

ALGO MAS QUE DISCO

El sueño hippie de los setenta había acabado y, en su lugar apareció la música disco.
Pero el disco va mucho más allá de ser un estilo musical. Fue algo más, un fenómeno social que marcó pautas en la manera de ver la música y no un ritmo.
La música dance nace gracias a la evolución del sonido negro americano el Rhythm & Blues y el Soul. Uno de los artistas que contribuyó al desarrollo del dance fue sin duda James Brown. Películas como "Fiebre del Sábado noche" o "Por fin es Viernes" nos mostraron por primera vez una discoteca o una cabina de disc-jockey. A finales de los años 70 la Psicodelia y el Funky se adueñaron de las pistas de baile.

Las discotecas nacieron en el París ocupado durante la II Guerra Mundial. Los nazis prohibieron los clubs de jazz y de baile, de modo que la gente iba a locales ilegales a escuchar y bailar música grabada. Uno de esos clubs ilegales, situado en la Rue Hachette, se llamaba “La discothèque”. Más tarde Paul Pacine abrió el club “Whiskey a Go-Go”, donde la gente bailaba discos pinchados por disc-jockeys. Estos clubs fueron evolucionando y extendiéndose por toda Europa en los años siguientes. Pacine abrió en 1960 el club Chez Régine, donde acudía toda la “gente guapa” de la ciudad y la “jet-set” de otros lugares del mundo. Entre ellos también había norteamericanos, quienes, inspirados en el club parisino, abrieron en Nueva York “Le Club”. Este club no duró mucho, porque enseguida hubo otro que se puso más de moda: el “Peppermint Lounge”.


Los gays, las divas y la música disco.
No se puede decir que la música disco fuera un fenómeno estrictamente gay (y por tanto vedado a las mujeres, que tenían prohibida la entrada en muchos clubs), pero hay muchos gays famosos en esta escena musical, como Sylvester, Giorgio Moroder y Patrick Cowley.
La música disco supone también el surgimiento de las “disco divas”, grandes cantantes de soul, funk o R&B, que trabajaban codo a codo con los productores grabando impresionantes partes vocales. Algunas de las más grandes son Loleatta Holloway, Taana Gardner, Gwen Guthrie, Aretha Franklin, o Gloria Gaynor. Podemos encontrar sus partes vocales en grabaciones bajo títulos como Double Exposure, Inner Life, Musique, etc. Estas vocalistas sobrevivieron a la era disco y algunas de ellas siguen trabajando con productores de house, acid jazz, etc. Sin embargo, una vez más, encontramos a pocas mujeres en el terreno de la producción musical, que sería el ámbito de mayor poder.
Los 70 también vieron florecer el fenómeno del “gay clubbing”, que se convirtió casi en una religión, en un estilo de vida para muchos gays de grandes ciudades norteamericanas. La imagen “camp” y “glam” que el “gay-clubbing” imprimió a la música disco, hizo que a mediados de los años 70 se percibiera como la música de negros, gays y mujeres de clase obrera. Precisamente esos sectores no estaban representados entre la elitista clase de críticos de rock, que rechazaron de entrada este estilo tachándolo de poco serio.
Negros, gays e hispanos de clase baja, dejaban a un lado las diferencias y se fundían en la pista de baile, sudorosos y felices, todos eran iguales bajo los focos de la discoteca por que el propio género nació de la mezcla de estilos, de la improbable combinación de mil y un géneros musicales que realizaban los pinchadiscos (mas adelante llamados djs) cada noche en sus cabinas.
Algunos hacen coincidir el nacimiento de la era disco music con la grabación del "Rock Your Baby" de George McRae. Aquel single supuso la presentación en sociedad de las ideas de dos productores de Miami, "HW Casey y Richard Finch, que, con solo trescientos dólares, grabaron la que fue la canción del verano de 1973.
Otros tomaron nota y se pusieron manos a la obra, en 1974 el productor "Meco Monardo" contrató a la entonces desconocida "Gloria Gaynor" para grabar un par de temas, "honey Bee! Y "Never Can Say Goodbye". No era más que una de las muchas sesiones que se dieron en los estudios de Media Sound Studios de Nueva York.

Pero cuando llegó el momento de hacer la mezcla, Monardo tomó una decisión revolucionaria: en lugar de dejar la sección rítmica como acompañamiento, la practica más habitual en aquella época, subió los canales del bajo y la batería y los colocó en primer plano, para así dejar atrás la orquesta y la voz de la cantante. El resultado fue sorprendente: había nacido el primer hit de la era disco.
“Sólo cuando la ocasión lo requería, es decir, cuando el tema era ya un éxito, se podían reclutar unas caras bonitas o unos cuerpos atractivos, esbeltos y/o musculazos para que prestaran su imagen al producto. Tal fue el caso de Boney M: Liz, Marcia, Maite y Bobby no eran más que el rostro público de las creaciones del alemán Frank Farian. Símbolo del éxito (ciento cincuenta millones de copias vendidas en todo el mundo de hits como “Rasputin” o “Daddy Cool”), Farian se convirtió en el ejemplo a imitar. El francés Jacques Morali contraataco con Village People, un sexteto (se disfrazaban de camioneros, policías, sioux y demás iconografía kitsch), que pretendió ejemplificar el joie de vivre del colectivo gay.

A través de los años se ha ido reduciendo injustamente la historia de la música disco a un simple fenómeno social y un listado de canciones que, más o menos, marcaban la memoria colectiva. No ha sido hasta muy recientemente cuando se ha aplicado un nuevo enfoque que revaloriza el fenómeno a través de las aportaciones del genero a la cultura musical actual, con versiones y remezclas de la figura del DJ, verdadero motor para que rememoremos viejos temas.
Fueron estos pioneros los que inventaron, prácticamente de la nada, tomando elementos de la música negra pero sin pensar en el pasado, una cultura, la música de baile, que mas o menos son transformaciones que han perdurado hasta nuestros días y siguen estando tan vivas como el primer día.
También hubo una reacción de intolerancia machista y racista en Gran Bretaña y EEUU llamada “Disco sucks” (el disco apesta). Era una campaña en contra de la liberación gay y el orgullo negro. Los pro-hombres del rock reclamaban su blanca hegemonía, que, por primera vez, veían en peligro.

En la publicación inglesa “The Young Nationalists”, se advertía a sus lectores de la necesidad de luchar contra este estilo de música y su “pseudo-filosofía”, a no ser que se quisiera que las calles de Gran Bretaña se llenaran de “negros y maricones”.
En 1979 (un año antes del cierre de Studio 54), se celebró en Chicago la “Disco demolition night”, en el que cientos de fans del rock quemaron vinilos al grito de “disco sucks!”.

THE LOFT


Uno de los pioneros fue David Mancuso, a principios de 1970 sus fiestas en su propio apartamento del bajo Broadway congregaban a una bulliciosa parroquia con ganas de divertirse hasta que el cuerpo aguantase.

Lo que inicialmente había nacido como una ingeniosa manera de pagarse el alquiler, se convirtió en un negocio muy rentable, que solo podías acceder mediante la invitación personal de Mancuso, más cerca de una reunión de amigo que de un club al uso, The Loft fue un evento de carácter familiar, sin apenas gastos en decoración, donde el protagonismo recaía en la gente.
Este ambiente disfrutó de una banda sonora a su medida, servida por el anfitrión en persona, un coctel de música que incluía una selección tan variada de imports europeos, afro beat o el funk de los españoles Barrabas, y por supuesto también espirituales himnos del soul; una música que enlazó el sentimiento de comunidad de los que allí se citaban y de la que tomaron buena nota varios de sus habituales, unos jovencísimos Larry Levan, Frackie Knukles o Tony Humphries, que ya desde aquellos tempranos días se dejaban caer por The Loft.
David Mancuso se puede decir que fue el pionero y merecía el título de "primer DJ" si no fuera porque tal titulo lo tuvo un italoamericano. Francis Grasso se había convertido en el primer DJ de una manera accidental

A finales de los setenta se convirtió en DJ residente de Santuary, un club gay, fue precisamente allí donde se forjó su propia leyenda, seleccionando la música que pinchaba y introduciendo una técnica de aguantar el disco mientras gira y soltarlo en el momento justo para hacer el cambio.
Como ya veremos más adelante se repite la historia que por un fallo se inventó el maxi-single.
A Rodríguez se le había acabado las placas de siete pulgadas. Moulton, quería tener cuanto antes el disco grabado de "i´ll Be Holding On", de Al Downing, Moulton le propuso plancharlo en una placa de diez pulgadas José le dijo que para hacer eso tendría que subir el nivel hasta +6 y efectivamente se grabo y así nació el maxi-single.
El formato era mayor pero también permitía una duración mayor y un volumen y cálida mayor.
La aparición del maxi-single fue el motor de una emergente industria especializada, sellos como Salsoul, Prelude o West End se sirvieron de los Djs, la popularización del single de doce pulgadas coincidió también con la cima popular del movimiento disco en Estados Unidos.
En 1974 abrió sus puertas en Nueva York la llamada "reina de las discotecas", Studio 54. Durante los casi cuatro años que permaneció abierto, el club se convirtió en el centro del universo disco, el templo del baile y del desenfreno conjuntamente con el exceso de drogas y sexo entre otras extravagancias.
Por sus puertas pasaron nombres como: Diana Ross, Lizza Minnelli, Truman Capote o el mismísimo Calvin Klein.
El sueño acabó bruscamente el 14 de septiembre de 1978, cuando agentes federales irrumpieron en el club para requisar los libros de cuentas. Tras la investigación poco después se supo que Rubel y Schrae solo habían declarado una tercera parte de sus ganancias al fisco, fue el principio del fin de la era disco.
La reacción popular contra el disco convirtió de nuevo a los clubes en cotos de quienes siempre los habían frecuentado: el público gay. Es precisamente en los clubes homosexuales de la costa oeste donde se ensayó un nuevo sonido, totalmente underground, en aquella época llamado Hi-Nrg, al son del sintetizador, heredado por Moroder y que tuvo su pionero en la figura de Patrick Cowley.


En la corta vida que tuvo Cowley, la oportunidad le llego de la mano de Sylvester, que le propuso participar como teclista en la grabación de su álbum Step II (fantasy, 1978) que resulto un rotundo éxito internacional en gran parte gracias al talento de Cowley, pronto llegarían mas hit.
Tras el correspondiente tour mundial como miembro de la banda de Sylvester, regresó a San Francisco, donde fundó, junto con su amigo Marty Blecman, el sello Megatone Records, el sonido Cowley estaba plenamente formado, como confirmó el éxito de su trabajo con Paul Parker o el de su nueva colaboración con Sylvester nuevamente para lanzar un gran éxito con el tema Do You Wanna Funk. Su segundo álbum, representó la cumbre de su fugaz carrera.
Sin duda Cowley tenía un don para extraer el máximo de las maquinas e ideando programas que el mismo diseñaba para encontrar sonidos diferentes.
El 11 de diciembre de 1982 murió víctima del virus del sida como tantos héroes, es la corta carrera musical más prometedora de la época.

ELECTRONICA, KRAFTWERK.

Si existe un grupo clave en la historia de la música electrónica, este es, sin lugar a dudas, Kraftwerk. Fueron el primer grupo de la historia que utilizó máquinas para la elaboración de sus canciones.
Sus miembros provenían de familias con una cómoda situación económica y, al mismo tiempo, liberales e interesados en las artes. El grupo nació en Dusseldorf en 1971 donde, en un curso de música, coincidieron sus dos miembros fundadores, Ralf y Florian. Sus primeras composiciones eran de rock psicodélico improvisado que unían a la música concreta y la manipulación de cintas al estilo del visionario y percusor de la electrónica Stockhausen a quién, según las malas lenguas, vieron actuar bajo el efecto de las drogas. Aunque sus primeros discos jamás volvieron a ser reeditados, por decisión de Ralf y Florian, en ellos ya se trazaba un futuro experimental, sorprendente e innovador. El nombre de Kraftwerk, que en alemán significa “central eléctrica”, responde a su contexto social, ya que Düsseldorf era, por aquel entonces, una de las ciudades más industrializadas de Alemania.

Sus primeros discos nos sirven, si nos conseguimos hacer con ellos, para comprender la evolución de un grupo hasta la creación de su primera gran obra maestra: “Autobahn” (1974), un disco prácticamente electrónico al cien por cien y sin el cual, estilos como el electro, el avant-funk, el techno o el synth-pop, jamás habrían sido como los conocemos hoy en día, ya que los sonidos contenidos en “Autobahn” se incrustaron en el subconsciente de toda una generación, cuyos miembros, alguno de ellos, años después darían forma a los estilos anteriormente citados. “Autobahn” puede ser considerado el punto de inflexión en su carrera, además del primero de sus muchos discos esenciales e imprescindibles para la música electrónica tal y como la conocemos actualmente.
En 1975 llegaría “Radioactivity”, disco que consolidó el carácter conceptual del grupo, pues el título “Radioactivity” se refiere tanto al poder comunicativo de las ondas hertzianas como al poder de la energía atómica, al mismo tiempo que su formación más clásica, con la entrada de Kart Bartos a la percusión electrónica. Este disco es considerado el primer álbum de pop electrónico de la historia.
Siguiendo con su línea más conceptual, en 1977 publicarían “Trans-Europe Express”, una referencia más al poder de las comunicaciones, en este caso por ferrocarril, un medio de transporte que comenzaba a decaer. La influencia de este disco es enorme y va desde David Bowie hasta los estadounidenses creadores del electro, pasando por los creadores de la música industrial o el grupo de pop electrónico contemporáneo Tarwater. Por sí mismo y por su alargada sombra de influencia, “Trans-Europe Express” es considerado uno de los mejores discos de la historia de cualquier género.
En pocas ocasiones, o en ninguna, la fórmula de experimentación electrónica unida a la accesibilidad dieron un resultado mejor que “The Man-Machine” (1978) donde el trabajo de destilación musical había llegado a su momento cumbre y ya solo se podía afinar la ejecución del mismo. La perfecta conjunción entre hombre y máquina es el “leit-motiv” de este disco, que con canciones como “Neon Lights” o “The Model” alcanzaron cotas de popularidad inimaginables, al mismo tiempo que siguieron influyendo a generaciones a lo largo de todo el mundo.
De sus posteriores producciones como el maxi “Tour de France” o los albúms “Computer World” o “The Mix”, pese a su calidad indiscutible y su gran influencia, me limitaré a citarlas, ya que el punto álgido de su carrera llegó con “The Man Machine”.
Para entender la influencia de Kraftwerk en la música electrónica actual y en la figura del DJ, debemos cruzar el Atlántico rumbo a New York y el nacimiento de la música disco, cuyos ritmos mecanizados, tomados directamente del grupo de Dusseldorf empezaban a aplicarse a la música disco, allá por 1975, de mano del binomio Moroder & Summer.
La música de Kraftwerk tuvo gran influencia en Estados Unidos, donde a principios de los años ochenta, surgió la música house, que fue, a grandes rasgos, un estilo más minimalista y electrónico de la música disco de los años setenta.
Otro importante músico es el francés Jean-Michel Jarre, cuya formación se marcó con su entrada, en enero de 1969, al Groupe de Recherches Musicales (Grupo de Investigación Musical), liderado por Pierre Schaeffer (considerado el creador de la música concreta), el que se configuraría como su maestro. Hijo de Maurice Jarre (autor de importantes bandas sonoras cinematográficas, como las de Lawrence de Arabia (1962) o Doctor Zhivago (1965), ambas dirigidas por David Lean), nacido en Lyon el año 1948, también estudia en el Conservatorio de París.
Experimentador excepcional, en la década de 1970 publicó Oxygene, el álbum que lo hizo globalmente famoso. Siendo su segundo álbum, vendió más de 16 millones de ejemplares en todo el mundo y se convirtió en uno los mayores éxitos de la historia de la música francesa y en un emblema de la música electrónica de la era analógica con cerca de 86 millones de discos vendidos de toda su discografía. Incluso, Jarre fue el primer músico occidental en realizar una gira por la China post-Mao, en conseguir la mayor audiencia en directo en los cinco continentes con 3,5 millones de espectadores, en llevar la música electrónica a la Ópera de París, en subastar una única copia de uno de sus LP, en congregar más de un millón de espectadores en un concierto en la Plaza de la Concordia de París en 1979 y 2,5 millones en La Défense, también en París, en 1990.